La cantidad de personas concienciadas con la explotación y el sufrimiento animal que deciden limitar o eliminar el consumo y uso de productos de origen animal cada vez es mayor. Aunque no hay datos gubernamentales, según el informe The Green Revolution de la consultora Lantern, desde 2017 el número de personas veggies (que incluye veganos, vegetarianos y flexitarianos) habría crecido un 34% en 2021, alcanzando los 5,1 millones de personas en España.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de síndrome de fatiga por compasión?
Primero, es importante que entendamos qué es la compasión. La compasión es una respuesta empática hacia el sufrimiento de los demás, personas o animales, que implica una intención de aliviar este sufrimiento. Por lo tanto, hablamos de fatiga por compasión cuando por la exposición reiterada a ese sufrimiento se da un desgaste físico, emocional, mental y espiritual.
Además, la fatiga por compasión se relaciona con síntomas psicológicos como miedo, culpa por no poder ayudar o salvar a los animales, ansiedad, estrés, desesperanza, entre otros; también agotamiento, falta de energía, insomnio…
¿Qué podemos hacer?
- En primer lugar, hacer el ejercicio de tomar conciencia sobre cómo nos encontramos y de las emociones que estamos teniendo para gestionarlas y cuidarnos con ellas.
- Por otra parte, cuando somos empáticos estamos centrados en el sufrimiento y necesidades del otro, por ello es importante dejar espacio y atender también las propias necesidades. El autocuidado es fundamental.
- Buscar y agendar momentos de desconexión en los que podamos pensar y disfrutar de otros aspectos alternativos al origen de nuestra fatiga por compasión.
- Pedir ayuda profesional si sentimos que no sabemos cómo manejarlo y el agotamiento y desesperanza no disminuyen.
