Cuando un progenitor ha sido adicto...

Publicado el 17 de febrero de 2025, 11:29

Por desgracia, más personas de las que nos imaginamos, han convivido con progenitores con alguna adicción, con frecuencia, adictos al alcohol. Si este es tu caso, seguramente te puedas identificar en alguna de las circunstancias que explico a continuación. Comprender que lo que experimentas es normal, quizás pueda ayudarte a comprenderte y quererte de la mejor manera posible en la actualidad, o a buscar ayuda profesional si te sigue originando malestar. 

 

1. Mezcla de días violentos con días de calma.

Cuando un progenitor tiene un problema de adicción es común que haya bastante contraste entre días aparentemente normales, incluso calmados y felices, con otros días en los que el hogar está lleno de conflictos, subidas de tono, violencia verbal e incluso física. Esa mezcla de días bastante buenos, con días muy malos, puede generar una sensación de confusión emocional. 

Además, cuando somos peques hay situaciones que son inmodificables y a menudo inexplicables para nuestra capacidad comprensiva: no podemos decidir dejar de estar con nuestros padres o ponerles límites y, tampoco podemos entender cómo las personas que se supone que nos tienen que proteger y darnos seguridad, puedan ser a la vez las que nos generen miedo y emociones dolorosas.

2. Triangulaciones. 

La triangulación parental es un concepto utilizado en psicología, especialmente en el contexto de relaciones familiares y muy común también en los divorcios. Se refiere a un patrón de comportamiento en el que uno de los padres involucra a un hijo en un conflicto o disputa con el otro progenitor. Esto puede ocurrir de diversas maneras, pero lo esencial es que uno de los padres utiliza al peque para manipularlo o influenciar su relación con el otro progenitor. Este comportamiento puede implicar cosas como:

  • Hablar mal del otro progenitor frente al peque.
  • Hacer que el peque tome partido o se ponga en contra del otro progenitor.
  • En definitiva, exponerle a situaciones donde se ve forzado a elegir entre los dos progenitores.

La triangulación parental es perjudicial para el bienestar emocional de los peques, ya que puede generar confusión, estrés y una relación tóxica con ambos progenitores. Además, puede afectar negativamente a su capacidad para tener relaciones saludables en el futuro, y dificultan el sentimiento de pertenencia en la familia. En los casos en los que hay una adicción, habitualmente los peques se tienen que aliar al progenitor que no consume y el progenitor también se alía a los hijos. 

3. Parentalización. 

La parentalización se da cuando los peques asumen de manera  anticipada responsabilidades y roles típicos de un adulto, especialmente aquellos asociados a los cuidados y la gestión emocional dentro del hogar. Este fenómeno puede ocurrir por diversas razones, como la ausencia o incapacidad de los padres para cumplir con sus funciones, debido a problemas de salud, trabajo o situaciones familiares complicadas, como la adicción.

En una situación de parentalización, los peques o adolescentes puede tener que cuidar de sus hermanos pequeños, tomar decisiones importantes en la familia, ser el principal soporte emocional de sus progenitores. 

A menudo, la parentalización puede generar una carga emocional significativa para la persona que se ve forzada a asumir estos roles, lo que podría afectar su desarrollo psicológico y emocional, especialmente cuando se da a edades tempranas. 

Si la has sufrido, puedes tener la sensación de no haber tenido una  infancia o adolescencia plenas, al haber tenido que asumir responsabilidades y roles que no te pertenecen. 

También se puede dar parentalización cuando los progenitores son muy exigentes y trabajadores y acaban delegando demasiadas responsabilidades en sus hijos e hijas. 

4. Ley del silencio.

En muchas ocasiones se instala una "ley del silencio" respecto a lo que está ocurriendo en casa, ya que no se abiertamente de la adicción. Lo que puede generar una sensación de disonancia entre lo que se puede hablar en casa y lo que están viviendo.

Esto lleva a que de nuevo a nivel emocional estos peques se sientan abandonados, ya que ni siquiera encuentran un espacio donde compartir lo que están viviendo. Y se genera una especie de duelo no resuelto, ya que tienen a sus padres físicamente, pero a la vez el sentimiento es que no están, lo cual genera mucha confusión. 

Con el tiempo, es posible que estos peques según van creciendo tiendan a evitar entrar en contacto con sus emociones, y con la intimidad con los demás, ya que han aprendido que no son espacios seguros. 

Además, es fácil que comparen su realidad familiar con la de otros compañeros del cole y desarrollen un fuerte sentimiento de vergüenza: ¿por qué mi familia no puede ser como las demás? No pueden llevar amigos a casa, por cómo está la situación...

5. Sentimiento de culpa. 

Ya en la adultez, cuando ya sí pueden protegerse de la situación familiar que les ha originado tanto daño, al independizarse, es común que sientan culpa, al sentir que el problema continúa en casa y ellos se van. Además, es común que aunque ya no estén viviendo en la casa, sigan recibiendo el imput de su madre o del progenitor sin la adicción, que les cuenta lo mal que sigue la situación y lo solos que se encuentra. Lo que hace que todavía sea más difícil que se puedan centrar en su propio proyecto de vida. 

6. Relaciones dependientes o tóxicas. 

Por otra parte, es habitual que de adultos, cuando encuentran pareja desarrollen relaciones dependientes, bien en relaciones tóxicas, porque están acostumbrados a ver un tipo de relación en la que se alternan los momentos buenos con cierta violencia, y porque se aferran a la persona por la que se sienten queridos, que además, en algunas situaciones "les ha salvado" de tener que seguir viviendo en la casa de sus padres casa. 

7. Falta de confianza en las relaciones personales. 

También es habitual que se de cierta pérdida de confianza respecto a las personas, ya que es probable que el progenitor que consumía le haya prometido en innumerables situaciones que la situación iba a cambiar, y al final ha continuado igual. Si lo has vivido, puedes tener sensación de inestabilidad o de estar hiperalerta, sin sentir que tienes un soporte fuera y que tampoco te hayan enseñado a ser soporte de ti mismo/a.  

Con el tiempo, es posible que rechaces tus partes más sensibles y cuidadoras, o ir al polo opuesto y asumir roles extremos.

 

Sin embargo, es importante recordar que no todas las personas que han vivido en una familia con un progenitor adicto, tiene que haber sufrido los aspectos que explicaba anteriormente. También es posible que en tu infancia o adolescencia hayas tenido el apoyo de otra persona adulta, a veces los abuelos, una profe en el cole, etc. Que te hayan explicado la situación y con los que hayas podido hablar y apoyarte a nivel emocional, creando un vínculo seguro, y aprendiendo que hay otras formas de vincularse y quererse, diferentes a las vividas en tu casa, que hayas podido sanar el dolor originado, y que en la actualidad tengas una vida perfectamente satisfactoria. 

 

 

 

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