
En los últimos años, estamos siendo testigos del uso cada vez más frecuente y normalizado de términos diagnósticos como "ansiedad" o "depresión". Los utilizamos para comunicarnos con las demás y que sepan cómo nos encontramos, también los usamos hacía nosotras mismas cuando sentimos sensaciones que a nuestro parecer encajan con esas etiquetas. En las consultas médicas también proliferan los diagnósticos: cada vez más personas son etiquetadas con TDAH, depresión o trastornos de ansiedad. Veamos las 3 principales consecuencias de resumir el malestar y las condiciones personales con etiquetas diagnósticas.
1. Simplificación del sufrimiento humano y pérdida de información relevante.
Los diagnósticos son constructos que fueron creados principalmente para facilitar la comunicación entre profesionales y en especial, fueron y son de gran ayuda para aumentar el negocio de la industria farmacéutica. A medida que las personas se han podido etiquetar con diferentes trastornos y enfermedades mentales, se pueden hacer más y más recetas. De hecho, cada vez se añaden más trastornos al DMS "Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders", el manual de trastornos de psiquiatría. Sin embargo, los diagnósticos son una gran simplificación del sufrimiento humano, primero porque cada persona tiene una historia, unas circunstancias vitales y un sentido del malestar que son únicos; y segundo, porque con el diagnóstico se pierde mucha información relevante sobre la persona, lo que le ha ocurrido y cómo se siente, quedando resumida en una etiqueta y un conjunto de síntomas.
2º. Disminuye nuestra propia escucha y comprensión de lo que nos ocurre.
Si utilizamos las etiquetas diagnósticas no solo en la consulta, sino también cuando tratamos de entender lo que nos pasa, de nuevo perdemos información relevante sobre nosotras mismas y sobre las personas que nos rodean. Veamos un ejemplo. Si llevo una temporada triste y cuando una amiga íntima me pregunta qué tal estoy, le digo que estoy "depre", que llevo una temporada bajita de ánimo. Si me quedo ahí, en la etiqueta, me pierdo poder comprender realmente lo que me ocurre. Me quedo sin saber qué es lo que lo ha causado mi estado de ánimo y, por lo tanto, sin saber qué podría hacer para encontrarme mejor. Pero si por el contrario, cuando mi amiga me pregunta cómo estoy, le cuento lo que estoy viviendo, como por ejemplo le digo: "pues mira, estoy regular porque en el trabajo mis compañeros no me están apoyando, cuando les pido ayuda con los proyectos, me dicen que están muy ocupados; por otra parte, en casa estoy teniendo mucha carga de tareas del hogar, porque mi pareja está trabajando más horas, y esto, se junta con que estoy teniendo que cuidar de la tía de mi madre que está malita"... ¿Veis que diferencia tan grande entre decir que estoy "deprimida" y contar lo que estoy viviendo?
3º. Se frena la posibilidad de cambio.
Gran parte de nuestra identidad se va formando con las atribuciones que hacen de nosotras desde que somos pequeñas. Las etiquetas de trastornos mentales, también son atribuciones que tienen el peligro de que las apliquemos sobre nuestra persona, como un signo de identidad, especialmente en aquellos casos en los que se añade la palabra "crónico". Lo que puede llevarnos a creer que es algo intrínseco, inamovible... Cuando no lo es.
Así que me gustaría terminar haciendo un llamamiento a los y las profesionales de la salud. Decir, que salvo cuando sea fundamental (que sea de utilidad para la persona), deberíamos guardarnos los diagnósticos para nosotros y nosotras mismas, ya que no son más que un constructo creado que simplifica enormemente el malestar de la persona y que puede resultar muy iatrogénico (ser una mala práctica y hacer mucho daño). Además, cuando acompañamos el diagnóstico de la palabra "crónico", se condena a la persona a creer que no hay mejoría posible, y esto no es cierto: no podemos adivinar el futuro y el ser humano tiene una capacidad enorme de reponerse y sanar. Además, en muchas ocasiones lo que está enferma no es la persona, sino la sociedad en la que vive, y si se encuentra mal porque su situación laboral es estresante o porque no llega a fin de mes, está teniendo una respuesta normal y adaptiva.
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