La fortaleza mental, ¿cómo mejorarla en niños y adolescentes a través del deporte?

La fortaleza mental es uno de los aspectos que se trabajan en el deporte, y que además resulta fundamental para alcanzar el éxito.

Aquellos con una fortaleza mental mayor, son los que logran superar los obstáculos y adversidades que se les presentan y alcanzan el éxito. La fortaleza mental es una característica general, que si la mejoramos, repercutirá en todas las áreas de nuestra vida: la personal, deportiva y profesional.

Los niños y adultos diferimos en cuanto a fortaleza mental se refiere, la buena noticia es que se puede mejorar, y la propia actividad deportiva nos proporciona la oportunidad de hacerlo.

En los más pequeños, entre los 4 y los 8 años (aunque siempre debemos tener en cuenta el nivel de madurez del niño), el objetivo es construir unos buenos cimientos, una base solida sobre la que puedan crecer. Para ello, como padres o entrenadores, debemos:

  • Reforzar sus acciones (esfuerzo, compañerismo…) y no sus resultados.
  • Plantear objetivos de mejora que proporcionen experiencias de éxito (que sabemos van a alcanzar), de manera que se sientan competentes.
  • Enseñarles a aceptar el error, que aprendan que las victorias y las derrotas forman parte del deporte, y de su experiencia de aprendizaje.
  • Y aunque sean pequeños, deben adquirir un compromiso con los días de entrenamiento, la puntualidad, las competiciones…

Según van creciendo, entre los 9 y 14 años, podemos ir incorporando objetivos más ambiciosos:

  • Objetivos de realización, que son los que se refieren a las propias conductas, y no a los resultados. Ello va a requerir más compromiso por parte de los pequeños, así que será importante que su motivación permanezca alta, para ello, debemos anticipar los costes que conllevará tal compromiso y relacionarlo con el objetivo.
  • Debemos enfatizar lo que depende del deportista para fortalecer su percepción de control y autoconfianza (como su esfuerzo, las acciones que lleva a cabo, y no en factores externos como puede ser el árbitro, entrenador, etc.).
  • Vamos incluyendo situaciones razonablemente estresantes, así como ejercicios que les obliguen a perseverar incluso estando cansados.
  • Poco a poco, deben aprender a gestionar su propia preparación personal para competir: decidir los objetivos más importantes a conseguir, anticipar las dificultades que pueden encontrarse y tener un plan para afrontarlas.
  • Y analizar el rendimiento de manera objetiva tras una competición: ¿Qué he hecho bien y puedo volver a hacer? ¿Qué he hecho mal y tengo que mejorar?

A partir de los 15 años, podemos seguir avanzando y profundizar en:

  • El análisis de las propias fortalezas y debilidades.
  • Las expectativas y creencias de los deportistas.
  • Exponerlos a situaciones estresantes de alta dificultad, incluso aquellas que pueden provocar fracaso, de manera que se desarrolle la tolerancia a la frustración y la perseverancia.
  • Y con la ayuda de un psicólogo deportivo, sería muy positivo que empezaran a desarrollar habilidades de autorregulación.

En todos los casos es muy importante desvincular el éxito deportivo del valor como persona, desarrollando otras fuentes de gratificación y estimulación para que las chicas y chicos perciban el apoyo de sus padres, con independencia de los resultados.

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