El castigo es una técnica de modificación de conducta que se viene utilizando desde hace mucho tiempo como herramienta educativa para corregir conductas que consideramos inadecuadas. Es cierto, que el castigo y la crítica pueden ayudar a eliminar conductas indeseables, sin embargo, normalmente se desaconseja su uso porque tienen ciertas desventajas, como las emociones negativas que se pueden instaurar en la relación entre la persona que pone el castigo y el que lo recibe, que además pueden minar la efectividad del castigo para eliminar dichas conductas negativas.
En el ámbito deportivo y en el resto de áreas, en función de la aplicación o no del estímulo aversivo, encontramos dos tipos de castigo:
- Castigo positivo: cuando aplicamos un estimulo aversivo de manera consecuente a una conducta que queremos eliminar. Por ejemplo, cuando en el entrenamiento no se realizan bien los ejercicios de manera intencionada, y se penaliza recogiendo el material al finalizar la sesión.
- Castigo negativo: cuando lo que hacemos es retirar un estímulo que estaba resultando positivo y gratificante tras la conducta que queremos eliminar. Por ejemplo, cuando se llega tarde a una convocatoria, y se pierde el derecho de estar como titular en el partido.
Si se opta por la aplicación de esta técnica de modificación de conducta, tenemos que tener en cuenta algunas consideraciones:
- Permitir participar en la decisión de los castigos cuando se trasgredan las reglas.
- Nunca utilizar como castigo la actividad física.
- Asegurarse de que no reciben el castigo como recompensa o para llamar la atención.
- Poner el castigo de manera impersonal, no reprenda a la persona ni la grite.
- No avergonzar frente a otros.
- Utilizar el castigo de manera prudente, y hágalo cumplir cuando lo utilice, sea consistente.
